¿VOLVERÁN LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS A SER COMO LOS DE ANTES?
Cuando se piensa en las razones por las que se hace necesario transformar la universidad, especialmente la formación en el pregrado, se suele prestar mucha atención a las demandas del mercado y de la sociedad, en términos del tipo de egresados que requieren y muy poca a los sujetos principales de la formación universitaria: los estudiantes; y a cuán diferentes son.
Estudiar en el Perú ha dejado de ser privilegio de unos pocos. Hace tan sólo 60 años apenas un 5% de la población peruana había concluido la secundaria, mientras que hoy en día la concluyen cerca del 70%. En 1940, en el Perú sólo habían 3400 alumnos universitarios y hoy hay más de 400,000. Sin ir tan lejos, en 1972 un poco menos del 5% de los mayores de 15 años tenía educación superior y hoy en día más del 20% los tiene.
La educación en el Perú se ha masificado y esa masificación ha significado, por una parte, una enorme pérdida de calidad y, por otra, que quienes llegan hoy en día a la universidad no sean los de antes, es decir, los hijos de muy pocas familias que ingresaban en ellas para dar continuidad al linaje. Es esperable y comprensible, que la mayor parte de los jóvenes que llegan hoy a la universidad, hayan concluido con una escolaridad de baja calidad y que provengan de una familia con una muy reducida historia intelectual y que, probablemente, ha estimulado muy poco sus habilidades intelectuales.
Acceder a la universidad y llegar a tener una carrera universitaria es la nueva meta de los jóvenes, pero especialmente de sus padres y sus familias. Progreso económico, pero especialmente ascenso social están asociados, cada vez más, al "título universitario".
Son proporcionalmente cada vez menos los alumnos universitarios cuyos padres lo fueron alguna vez. Si es verdad, al menos en parte, que el "amor al conocimiento y a la ciencia" se beben con la leche materna, podemos entender por qué cada vez resulta más difícil encontrar en las aulas universitarias a jóvenes nutridos de esa manera. No es sorprendente por ello, que la mayor parte de los estudiantes universitarios tengan una visión marcadamente pragmática y utilitarista de su ser estudiante universitario. ¿Qué necesito hacer para aprobar el curso? ¡Sólo eso haré! Y si puedo evitar hacerlo mejor.
Pero no sólo la masificación de la educación y del acceso a la universidad están transformando la población universitaria. Este fenómeno está siendo acompañado de otro igualmente importante: el enorme crecicimiento de las ciudades y el decrecimiento simultáneo de las poblaciones rurales. La cultura urbana, sus valores, sus tradiciones, sus ritos y costumbres, se están transformado radicalmente. Y la velocidad de esta transformación ha sido tal que no se ha tenido el tiempo necesario para que la yuxtaposición de valores, tradiciones y costumbres dispares cedan a un nuevo sincretismo y a una reconfiguración total de la cultura urbana. La diversidad cultural que 40 años atrás se podía encontrar dispersa en todo el territorio nacional se ha densificado enormemente en los espacios urbanos y por qué no, en las aulas universitarias. Es comprensible por qué docentes y estudiantes universitarios de hoy comparten muy pocos valores y costumbres, por qué les resulta tan difícil entenderse y comunicarse. Las aulas universitarias tienen que enfrentar hoy no solo las barreras comunicacionales normales entre generaciones distintas, sino además enormes barreras culturales.
No debiera sorprender, por tanto, que los maduros profesores universitarios de hoy, muy probablemente hijos de muchos de los profesores universitarios de ayer, se encuentren seriamente confundidos y se sienten extraños en las aulas y con sus alumnos. Y, por otra parte, no resulta extraño que los estudiantes se sientan “fuera de lugar”, sin llegar a entrender el lenguaje, los prop´positos y el sentido de la universidad, de los cursos, de sus profesores.
Hay otros dos fenómenos en torno a los que podríamos explorar: las consecuencias de haber nacido o crecido en medio de la violencia (1980....) primero sólo terrorista y luego narco delincuencial; y de haber nacido y crecido en medio de la revolución de las comunicaciones y las nuevas tecnologías de la información.
El primer fenómeno, ha sido explorado por el psicoanalista colombiano G. Carbajal ("Adolecer: la aventura de una metamorfosis", 1993). Él sostiene que el tránsito entre la adolescencia y la juventud se ha visto entorpecido "...en las culturas latinas, en las que el adolescente es asumido casi infantilmente", produciéndose estacionamientos largos e indefinidos en la adolescencia nuclear, sobre todo porque la cua protección, los cuidados extremos y las "dependencias se prolongan de manera inapropiada."
En la sociedades urbanas latinoamericanas se va haciendo cada vez más evidente el temor y la aversión de los jóvenes a asumir plenamente responsabilidades adultas: independencia económica, fundación de la familia propia, etc., por razones no sólo económicas (contracción del mercado laboral) sino también por razones de orden psicológico aun muy poco exploradas.
Treinta años atrás era absolutamente impensable que los padres se acercaran a las universidades a averiguar acerca de sus hijos o a interceder por ellos, y muy raro que los llevaran o recogieran de la universidad. Se aceptaba esto con los niños y adolescentes de la primaria y, quizás, de los primeros años de secundaria. La consecuencia es que ha disminuido la edad mental, afectiva y psicológica que tienen los actuales alumnos universitarios. Si a ello le añadimos que también se ha reducidola edad cronológica promedio de tal incorporación, rápidamente podremos entender por qué los estudiantes universitarios son cada vez más niños en sus actitudes, sus estilos de comportamiento, sus reacciones, etc.. La expresión de queja de muchos profesores universitarios respecto a que los estudiantes de hoy "son muy poco maduros", tiene muchísimo de verdad. Hoy tenemos estudiantes en las aulas universitarias que mentalmente son casi púberes y a muchos profesores les desespera no poderlos tratar como adultos.
Una característica adicional de los adolescentes de hoy es que, a diferencia de las generaciones anteriores, han crecido como meros sujetos de derechos. Los padres, en tanto que padres, se ven como meros sujetos de deberes para con sus hijos, con mucho desconcierto al plantearse frente a los hijos como iguales. “Los hijos, de tanto ser mirados, estudiados, analizados y protegidos han acabado situándose en el pedestal en el que nosotros, los adultos, les hemos erigido. Un pedestal de base estrecha, poco sólida, pedestal alto, muy alto desde el que miran, más hacia abajo que hacia el horizonte, viendo a sus padres temerosos, haciéndoles preguntas, dándoles recomendaciones para que no se caigan, desplegando redes protectoras por doquier, por si, a pesar de todo, se caen...”( Javier Elzo Imaz. Extracto de algunos puntos centrales de la ponencia, realizado por el equipo de redacción del Ámbito María Corral. 12 de noviembre de 2001)
Por ello, los adolescentes de hoy ya no toleran la imposición ciega. La “obediencia” no es una virtud suya. Por el contrario, les ha tocado vivir una época de absoluta desobediencia, en la que se ha puesto socialmente en tela de juicio a los adultos y sus escalas de valores. Tal situación al interior de las familias, los ha acostumbrado a un trato que, sin ser democrático del todo, no es autoritario. En la familia se han acostumbrado a participar en muchas de las decisiones que les afectan y suelen estar muy poco dispuestos a la imposición de diversos tipos que frecuentemente se presenta en el colegio, no sólo respecto a las normas de convivencia, sino especialmente a lo que se debe o no aprender. Sin embargo, sus maneras infantiles de ubicarse frente a los adultos, especialmente estos “desconocidos” adultos que son los docentes, ha hecho que la rebeldía sea más bien pasiva. Es decir, “haré lo que quiera pero aparentando hacer lo que tú esperas”, “buscaré la manera de burlarte y burlar tus imposiciones”.
Por otra parte, los adolescentes “no encuentran entre los adultos los modelos ideales, y es que esta sociedad está perdiendo el espejo, toda representación es puesta en duda y está en crisis. No es extraño tampoco, que en una sociedad donde los adultos perciben (y se expresan) de manera diferente, sea conflictiva la identificación con ídolos provenientes del mundo adulto, y busquen aquellos pares que puedan ser elevados a tal condición pero con una transitoriedad propia de la vida al instante.”( Víctor O. García. El Espejo Transparente. Contexto Educativo Revista Digital. Número 3. Enero 2000.)
Otra muy grande exploración y análisis requieren las radicales transformaciones que el haber nacido y crecido en medio de la revolución de la información, o de la llamada sociedad de la información, ha producido en los actuales estudiantes universitarios en sus formas de aprender, de ubicarse en el mundo, de relacionarse y de comunicarse.
Han nacido y viven en un medio hiperinformado y en el que la información llega produciendo no sólo impactos intelectuales sino fuertemente sensibles. “Los adolescentes de hoy que a los quince años tienen más horas de televisión y de computadoras que cualquier adulto, recibieron educación visual de los medios y ven el mundo ‘patas para arriba’ con absoluta naturalidad.”(V.O.García)
La información y el conocimiento que obtienen en el medio extraescolar (cada vez más abundante y a través de la televisión, el cine y los juegos) no llega a ellos de manera fragmentada y organizada disciplinariamente, sino más bien en situaciones reales o realistas y en totalidades con sentido. “De los lenguajes televisivos, el más revolucionario de la última década, y con más adhesión adolescente, es sin duda el video-clip, que requiere una elevada interacción de todos los sentidos para componer la combinación de música, relato e imágenes que se modifican vertiginosamente, creando una sensación de yuxtaposición por la repetición fragmentaria que se perciben como simultáneas (mosaico), técnicas harto reconocidas por los comunicadores de las sociedades orales, "mezcla de tiempos, géneros, estilos, valores y soportes; incorpora el movimiento y la celeridad como cultos que provocan, finalmente, la discontinuidad de las imágenes. Las nociones de fragmento y la repetición son esenciales, porque la composición se construye a partir de ellas" (La Gaceta, 1993).
Sus juegos (los video juegos especialmente), que como para todas las generaciones humanas, no sólo aproximan al mundo, sino que van configurando la racionalidad y la manera de aproximarse a la realidad, tienen características particulares. Algunas de estas son señaladas por J.P.Gee(James Paul Gee. "What video games have to teach us about learning and literacy?" Palgrave Macmillan, USA, 2003):
- Los video juegos les exigen participar “comprometiéndose plenamente (poniendo mucho esfuerzo y dedicación) porque les hacen sentir que su identidad real se ha extendido en una identidad virtual que los compromete y que pertenece a un mundo virtual que encuentran atractivo.”
- Les hacen, además de tomar o jugar con diversas identidades, “realizar elecciones "reales".
- En los videojuego, “los significados de los signos (palabras, acciones, objetos, artefactos, símbolos, textos, etc.) se sitúan siempre desde y en la experiencia personal. No hay significados generales o descontextualizados.”
- “Las habilidades básicas no las aprenden aisladas o fuera de contexto, sino, más bien, lo que realmente se considera habilidad básica es desarrollada, desde abajo, enganchando más y más en el dominio de un juego o en los dominios de juegos similares. Las habilidades básicas son elementos comunes de un dominio dado.”
- Los jugadores, en tanto aprendices, constituyen un "grupo de afinidad", un grupo que está principalmente unido por esfuerzos, objetivos y prácticas aunque no compartan raza, género, nacionalidad, etnicidad o cultura.
- “El jugador es un "productor" (no sólo un "consumidor") capaz de personalizar la experiencia de aprendizaje y el dominio/juego desde el inicio y durante toda la experiencia.”
- El juego “les presentan recompensas intrínsecas desde el comienzo, diferentes para cada nivel de aprendizaje, esfuerzo y pericia; así como el reconocimiento de los logros alcanzados.”
- “Les proponen muchas oportunidades de practicar, pero en un contexto en el que practicar no es aburrido (p.e.: en un mundo virtual que los cautiva y en el que pueden ir experimentando el éxito).” Por ello están siempre dispuestos a emplear mucho tiempo en la tarea.
Por todas estas razones y, probablemente, por muchas más tenemos que afirmar, al más meloso estilo bekeriano: "¡aquellos jóvenes como usted, a las aulas universitarias no volverán!".
Por ello, o repensamos y transformamos nuestra manera de ser docentes universitarios y repensamos los objetivos, propósitos y medios de la educación universitaria, especialmente en el pregrado que es la que acoge a más de los jóvenes descritos, o no nos espera más que seguir acumulando fracasos y frustraciones.
Comentarios de Ramzy Kahhat:
Estimado Lucho:
Ahora que ando nuevamente de alumno, resulta muy frustrante darme cuenta que el sistema educativo esta en un grave problema y lamentablemente no puedo verificar si hace muchos años atrás era así. Mas allá de lo que dices en tu articulo, siento que se esta perdiendo la noción de la educación y siento que no solo son los profesores los que hacen de esto un sistema donde lo que solo importa es la nota, sino el alumno que ya no viene a aprender sino a pasar.
Definitivamente el sistema universitario esta MATANDO a los que realmente quieren aprender, a esos pocos amantes de libros (que no solo son los genios), ya que resulta que para muchos profesores lo mas importante es que el alumno memorice sus separatas y no que realmente aprenda, investigue, lea otras fuentes, descubra…
Respecto a tu artículo, tienes razón en muchas cosas, me gusta tu visión acerca de la masificacion de la educación y la baja calidad de esta. Siento que este problema también se debe que hoy en día, los títulos hablan por ti, aunque ellos no siempre demuestren los conocimientos que puedas tener.
Respecto a las clases, déjame decirte que en algunas clases desde que llego a ellas NO ENTIENDO NADA, o tal vez NO QUIERO ENTENDER... o NO QUIERO ESCUCHAR... muchas son muy aburridas e improductivas... y otras es tanta la información que debes retener que resulta frustrante llegar a los cinco minutos de clase y darte cuenta que ya estas perdido. ¿Perdemos el tiempo en ellas? Es frustrante tanto para los alumnos como para el profesor…
Interesante tu visión acerca de la adolescencia latinoamericana... no puedo opinar al respecto...
El tema de la hiperinformacion también es un problema para los profesores... ahora los docentes quieren hacer que el alumno conozca de todo en un corto tiempo de 14 a 17 semanas... con eso la profundidad en los temas y el verdadero aprendizaje significativo no se puede dar, creo yo. No hay tiempo para asimilar toda la información... al parecer el único objetivo es mostrar lo que hay en el mundo... para mi, es bastante frustrante ya que en realidad todo sabes a media... ¿estamos alimentando la mediocridad? Siento que si.
Otro tema del cual me gustaría que menciones en un futuro articulo es el miedo a poner veintes a los alumnos y de hacer que siempre sea difícil que el alumno obtenga un 20… eso no pasa por sistemas como el de Estados Unidos. ¿No crees que estamos de alguna manera haciendo algún daño psicológico a los alumnos? También siento que si.
Finalmente, me queda claro que lo que quieres resaltar en este artículo es la diferencia que existe entre los estudiantes de ayer y los de hoy. Pienso que tus conclusiones podrían ser mejores, tal vez hablar más acerca de estas diferencias y no darle toda la carga a los docentes.
Un abrazo
Ramzy
Comentarios de Flavio Figallo:
Muchos temas y buenas ideas para un artículo corto, las reflexiones iniciales no se condicen con las finales. Hay varios tipos de adolescentes descritos en el texto, y todos construidos por los adultos. Mi impresión es que estamos en la fase de la incomunicaciòn, porque las culturas que se eliminaron no han sido reemplazadas por una que facilite la comunicación, los adultos y los adolescentes estamos desconcertados.Pragmáticos y utilitarios, en el pero sentido, que comparten poco es cierto, pero que tienen poco interés en hacerlo también; que no toleran la imposiciòn, creo más bien que toleran demasiado.
Flavio Figallo R.
Comentarios de Constansa (estudiante universitaria):
Me encuentro cursando mi cuarto año en la universidad, y no solo soy consiente de la mayoria de los problemas que aqui se mencionan si no que realmente me preocupan porque me siento inmersa en ellos. Somos muchos lo estudiantes que observamos esta realidad pero muy pocos los que intentamos realizar algo para cambiarla. Me es bastnte dificultoso expresar en estas lineas cual es mi inquietud y lo que quiero comunicar, a pesar de que hace cuatro años que me encuentro cursando y asistiendo a la uuniversidad…. Ohhh problema!!! Y creo que todo se centra aqui. Creo que tenemos una carencia enorme de identidad e ideales que hacen imposible un aprobechamiento real de los recursos que la universidad intenta brindar. Creo que este sistema es solo una gran farza de la que todos somos participantes, los estudiantes nos hacemos los que “aprendemos”, los docentes se hacen los que saben enseñar y los padres se conforman con una insignificante nota en un rendimiento acadèmico….Lo unico que digo es que , fiel a mis idolos The Beatles, HELP!!!!!!! We need somebody!... que alguien realmente Haga algo y nos dejemos de tantos discursos!!!!
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